lunes, 2 de abril de 2018

Invitación por Flavia Cosma


Las pequeñas montañas ya
no me dan más respuestas.

Los árboles con hojas de oro
no sólo nos asombran a nosotros
sino también a los otros.

Los brazos tenues, envolventes
se deshacen impotentes, suspirando.

El corazón huye, se esconde
en la madriguera maloliente de la zorra,
las alianzas se quedan petrificadas
en los dedos enfermos, frente a los altares.

Fuimos invitados a bodas suntuosas,
en cuales como por hechizo
el novio se ausenta,
y la novia, con su rostro pintado de rojo y negro,
de rodillas mendiga
a los íconos.

El alba surge  por los anchos mares;
las vibraciones extranjeras esperan
entre desconcertados continentes.

El sol atraviesa vastas llanuras;
la canícula nos traga sin que nosotros tengamos
ningún derecho a apelar.

                            Nos transforma en polvo, nos disipa en el viento,
                            como una absolución.
                                   
                                   Espada en el cielo.
traductor Luis Raul Calvo.

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